REGALO CELESTE

Era última hora de la tarde y acababa de caer un buen chaparrón, de hecho todavía caían algunas gotas. El cielo era de un azul intenso muy oscuro y, como el sol estaba ya bajo, los edificios (algunos) se iluminaban claramente reportándose en hermoso contraste contra ese cielo.

Pero no iba caminando, sino en coche y el tránsito era lo suficiente mente considerable como para no permitirme detener el vehículo y sacar la cámara, de modo que opté por dirigirme rápidamente a las afueras del pueblo, menos transitado, con la esperanza puesta en los edificios de la depuradora de aguas residuales.

Poco antes de llegar a la depuradora hay que cruzar el río y al llegar al puente... !allí estaba!, justo lo que yo esperaba:

la depuradora estaba iluminada mientras que el fondo era suficiente mente oscuro.

Bueno, a decir verdad el cielo ya no era tan oscuro como lo era poco antes, pero ahora el sol estaba a mis espaldas y me regaló con algo tan bello como intangible, fugaz y efímero. Algo que cuando lo vemos siempre nos despierta el deseo irremediable de tener a mano nuestra cámara.

El arco iris ! y esta vez completo.

Ahora si, paré el coche en medio del puente, agarré la cámara, la apoyé en la barandilla del puente y... clic, clic, clic,...

Os juro que pocas veces me he alegrado tanto de no haberme dejado la cámara en casa.