

En tiempos de crisis la fe se tambalea para muchos. Para otros es un consuelo y se aferran a ella como naufrago a tabla de salvación. Otros, sencíllamente sacan provecho de esa fe (de la de otros): el personaje, en la escalera de entrada a la Iglesia , confiesa haber entrado muy pocas veces en el templo, pero se sabe de sobras los horarios de misa y se aposta junto a la entrada, esperando que la caridad de los que allí acuden sea consecuente con la que predica la fe cristiana. Luego contabiliza la recaudación clasificando las monedas. Su "presuesto" para ese día fluctuará según resulte el total.
Una situación de mendicidad, que ya casi estaba erradicada y de la que se aprovechaban mendigos "profesionales", pero la crisis cada vez aboca a muchas personas "normales" a extremos como este...
Nadie puede asegurarnos que quizás un mañana no seamos nosotros alguno de ellos.